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 Razas de vampiros

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Azaak
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MensajeTema: Razas de vampiros   Razas de vampiros Icon_minitimeLun Jul 07, 2008 10:50 pm

Existen muchas otras razas de vampiros europeos, particularmente en Albania y Turquía, pero se tratan de simples variantes de las clases que a continuación expondremos. Hay muchos que colocan a los Bhutas de la India junto a otros seres africanos dentro de la categoría de vampiros, yo considero que esto es un error. La figura del vampiro pertenece al pensamiento europeo; la mente oriental tiene otras riquezas simbólicas que no tienen lazos con el mito europeo. Alguien podrá esgrimir el argumento que el vampiro existe en todas las culturas ya que todas las culturas poseen seres míticos amantes de la sangre. Respeto este punto de vista aunque contradiga todo lo que sabemos del folklore y la mitología comparada. Las teorías monolíticas nunca han dado frutos a largo plazo, particularmente en un tema tan extenso como lo es el estudio del folklore y el mito.

Brucolaco, vampiro de Tesalia.

Son vampiros provenientes de las regiones griegas de Tesalia y Epiro, su piel es dura y áspera, y su potente voz corta la noche en busca de alguien que responda a su llamada. Es amante de la sangre tanto como del vino.
Existen sólo dos formas de matarlo: quemarlo, o atravesarlo en la cabeza con una rama de fresno, teniendo la precaución de no herir sus ojos, de otra manera, el vampiro pronto recobraría sus fuerzas. Otra de las advertencias que nos hacen los eruditos, es que sólo es posible enfrentarlo durante el mediodía, ya que el Brucolaco puede inmovilizar al atacante con su mirada, aunque su tumba sea abierta durante el día. Aparentemente, sus poderes persuasivos disminuyen cuando el sol alcanza su cénit, razón por la cual algunos sabios han trazado un paralelo entre los Brucolacos y ciertos burgueses, quienes como todos sabemos, son menos virulentos a la hora de la siesta.


Eretica.

Espíritus rusos vueltos de la muerte. Por lo general se trata de mujeres que vendieron su alma al demonio. Toman la forma de una anciana ojerosa cuya mirada es fatal. Sólo se dejan ver durante el otoño.
Las versiones posteriores de la leyenda son más generales, y hablan de los Eretica como vampiros convertidos mediante la herejía, sin involucrar a la brujería en particular.


Kathakano.

Vampiro original de la isla de Creta. Es muy similar en sus rasgos y costumbres a los vampiros del oeste de europa.
Como dato extraño diremos que la única manera para matar a un Kathakano (según los cretenses, claro) es hirviendo su cabeza en vinagre. Casi siempre se lo representa haciendo muecas espantosas con su boca, la cual es desmesuradamente grande.
Suele escupir sangre sobre la piel de la víctima produciéndole terribles laceraciones, y su propio cuerpo está cubierto de quemaduras y pústulas que exhalan un hedor insoportable.
En Creta existe una larga tradición de mitos y leyendas asociadas a los rigores volcánicos. Ya en los mitos griegos podemos encontrar muchos paralelos entre los seres mágicos de la isla y las idealizaciones de los ignotos poderes volcánicos. Por lo tanto no es descabellado imaginar a un vampiro cuyas características esenciales sean el hedor, las llagas, las ampollas y las laceraciones.
Menos curioso es el antídoto necesario para eliminar a este ígneo vampiro, el vinagre, que como todos sabemos, neutraliza las quemaduras leves.


Mormo, el Sirviente.

Es el último de nuestros vampiros griegos. Fiel sirviente y asistente de la terrible diosa Hécate. Al parecer eran pequeños seres repugnantes que disfrutan lacerando la piel de los durmientes, y lamiendo la sangre que mana de las heridas. Se los ahuyenta pisándoles la sombra.
Sus leyendas se funden demasiado con las tradiciones católicas como para tener algún mérito destacable. Casi siempre actúan como personajes moralizantes, cuyas actividades nocturnas pueden conjurarse mediante las plegarias de rigor.
Como vampiro deja mucho que desear, aunque como personaje de cuentos picarescos puede presumir de cierta forma de belleza.


El Vampiro del Sexo.

Ya estamos dentro del territorio rumano. Los Moroi son vampiros que, extrañamente, se destacan por no atacan a sus familiares cercanos, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de otras razas de vampiros.
Pueden ser tanto masculinos como femeninos. Se dice que si alguien se topa con un Moroi en algún paraje vivirá una experiencia inolvidable, ya que estos seres son amantes consumados, y nunca dejan pasar la oportunidad de tener sexo.
Sobre este vampiro se tejen algunas historias muy interesantes, aunque nos centraremos en la que consideramos más atractiva.
Al parecer, al Moroi le fascina el sexo en todas sus variantes, incluso las más alocadas. Puede realizar proezas amatorias que deberían catalogarse como épicas, razón por la cual, sospechamos que no todas las damas de Rumania lo consideran un ser indeseable.
Lamentablemente, los héroes siempre encuentran un antagonista al que no pueden vencer, y el Moroi no está exento de esta regla. Es sabido en rumania que lo único que espanta a un vampiro Moroi es la visión de una vagina. Lo curioso es que este vampiro es un adicto a dicho órgano, y lo que puede ser contradictorio a simple vista, en realidad no lo es, ya que el Moroi se destaca en sus artes amatorias de manera antinatural, el decir, vía analis, per upites, per colectorum, etc. Espero no haber abrumado al lector susceptible con la enumeración de semejantes aberratio.
La paradoja no es del todo original, aunque sí llamativa. Los anales folklóricos no nos avisan si este vampiro consuma la penetratio mediante el tacto (dactilus per vulvus) o bien utilizando la intuición, la imaginación, o el tanteo.
A nuestras inquietas lectoras, quienes suelen abrumarme con consideraciones sobre la posibilidad de que sus novios sean vampiros, les advierto que: Si sus novios prefieren hacer el amor a oscuras, no es razón para considerarlos vampiros, sino apenas unos pobres miserables.
Recordemos que también durante la edad media, una de las maneras de espantar al demonio, era precisamente la visión del órgano femenino.
Los mitos rumanos no nos aclaran que debe hacer un hombre en un encuentro con el Moroi, ya que la carencia de vagina en el hombre es proverbial. Para aquellos temerarios que deseen recorrer los rincones más inhóspitos de los Cárpatos, recomendamos la precaución de llevar elementos de sutura en las más puras condiciones de asepsia.


Myertovjec. El Vampiro de las Brujas.

Es un vampiro muy popular en la Rusia europea. De aspecto bastante desconocido, sólo se afirma de él que posee un rostro rojo cubierto de pústulas. Es activo entre la medianoche y el amanecer.
Estaba relacionado con brujas y brujos, a los cuales servía en determinadas ocasiones. Sólo podía matarlo quien lograse la dura tarea de inmovilizarlo y clavarlo a su ataúd.
Las dificultades de la empresa son evidentes, no tanto por inmovilizar al vampiro, sino para, al mismo tiempo, ensartarlo en el corazón con una estaca. Pero no debemos desanimarnos, ya que análoga situación se da en diversas actividades, algunas de ellas, prosaicas.
A nuestros lectores masculinos les remito la siguiente alegoría con el Myertovjec: si son capaces de sacarle la ropa interior a vuestras novias, al tiempo que siguen besándolas, acariciándolas, etc; el reto de ensartar a este vampiro debería resultar bastante sencillo, e incluso pueril.


Strigoi. El Vampiro de la Luz.

El espíritu de este vampiro puede verse atravesar la noche en forma de pequeñas partículas luminosas; al menos así lo declaran tanto creyentes como ebrios de la zona de los Balcanes.
Estos vampiros están asentados en los Balcanes y en la región rumana de Valaquia. Pueden tomar la forma de insectos y de pequeños mamíferos.
Se cree que son el séptimo hijo varón de una bruja, o de alguna mujer que haya cometido adulterio. Se los puede matar colocando ajo en su boca o arrancándoles el corazón.
En lo personal, me inclino por la primera sugerencia, ya que arrancar el corazón de un vampiro puede ser muy enojoso. Son muy temidos y la sola mención de su nombre provoca el espanto y la desesperación de quienes los han visto, y la burla de quienes prefieren creer en otras realidades.


Upierci. El Espíritu de las Sequías.

Espíritu de características vampíricas, original de Rusia. Generalmente se trata de suicidas, brujos, o alguien que haya sufrido una muerte violenta.
Estos vampiros podían provocar sequías, y hasta secar el rocío matinal. Se nos hará evidente el odio que este vampiro siente por cualquier tipo de líquido, cuando nos enteremos que podían morir ahogado en lagos o ríos (el agua salada no les provocaba daño). Si se lo atravesaba con una estaca morían, pero si se golpeaba dos veces sobre el corazón volvían a vivir.


Upir. El Vampiro de la Estepa.

El vampiro ruso por excelencia, aunque también es muy popular en Ucrania.
Es un vampiro terriblemente sanguinario, y poco prudente, ya que podía diezmar una aldea entera en un solo ataque.
Tenía el poder de andar en pleno día, aunque prefiere atacar durante las noches. Su aspecto es bastante humano, de tez pálida y encías enrojecidas. Su nombre provendría del eslavo oriental Upier, que a su vez tendría su raíz en el turco "Uber" (bruja). La palabra "Upir" terminó de definiendo a una gran variedad de seres malignos en la región eslava, y no sólo a los vampiros.


Varcolaco, el Espíritu de los Suicidas.

Se cree que el origen de estos vampiros son las almas de los suicidas, y de aquellos que mueren sin ser bautizados.
Estos vampiros pueden adquirir el aspecto de un perro, rana, gato o araña. Son especialmente peligrosos durante el día de San Andrés y el día de San Jorge.
Pueden morder sin dejar marcas visibles, lo cual es una ventaja, tanto para el vampiro como para la víctima. Para matarlo se debe quitarle el corazón y partirlo en dos, ensartarle un clavo en la frente y poner una cucharada de cal debajo de su lengua.
A la luz de estas dificultades, asumimos que es mejor dejar a estos vampiros en paz, ya que intentar matarlos es más enojoso que lidiar con las consecuencias de sus ataques.
Sobre el cadáver de un suicida, como método preventivo, se debe untar su cuerpo con la grasa de un cerdo sacrificado el día de san Ignacio. Si el suicida es una mujer hay que clavarle una cruz en el seno izquierdo y enterrarla boca abajo.


El Señor de los Gusanos. Viesczy.

Este vampiro posee un aguijón debajo de su lengua negra, con la que penetra a sus víctimas, provocando una profunda y letal herida.
Son vampiros muy activos, especialmente desde el mediodía hasta medianoche. Sólo se los podía exterminar a través del fuego, aunque el cazador debía estar alerta, ya que de las cenizas pútridas salían miles de infectos gusanos; y si alguno de ellos escapaba también lo hacía el alma del vampiro, quien luego volvería a adquirir forma y a buscar venganza.


Un Vampiro Obeso.
Vrycolatios, el sibarita.


Es un vampiro natural de la isla de Santorini. Se sabe muy poco sobre estos vampiros, sólo que se convierten aquellos hombres que en vida han amado los excesos de la buena mesa.
Su aspecto no deja de sorprender, ya que es el único vampiro obeso de toda la iconografía vampírica. Su apetito nunca puede saciarse, por lo que no suelen vivir demasiado, ya que carecen de la prudencia necesaria para dosificar sus festines.
Atacan los poblados, y se dice que en una sola noche pueden llegar a alimentarse hasta nueve veces, razón por la cual, los lugareños toman rápidamente represalias. En uno de los relatos que los tienen como protagonistas se da un hecho curioso: un grupo de hombres armados logran encontrar su sepulcro, sólo para encontrar que mientras este vampiro duerme en su ataúd, sigue masticando los restos de su pérfido festín.


Vrykolakas.
El Vampiro griego.


Este vampiro tiene sus raíces en Grecia, Macedonia y el área de los Balcanes. Son únicamente activos por la noche.
Se alimenta de sangre y de la carne de los insepultos. En la región egea se cuenta que el Vrykolakas atraviesa los poblados golpeando las puertas y llamando a los residentes por su nombre; y quién conteste a su llamado puede darse por muerto. Su poder (que no es demasiado notable) crece a medida que pasan los años.
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